De camino a la ciudad dorada

- Siempre podremos pasar todo el tiempo que quieras juntos, amor mio. Ven, deja que te abrace mientras admiramos las estrellas.

La abrazo con fuerza mientras observamos el cielo nocturno despejado repleto de estrellas.

Le miro a los ojos intentando profundizar en ellos. Nada parecía haber cambiado.

-Todo está bien. Sólo procura no usarla más ¿vale?-le abrazo y le beso.

Todas las parejas estaban a su aire, y en breves partiríamos hacia Rohan, sin saber cuando volveríamos a tener un momento de intimidad. Asique disfruto al máximo de mis momentos con el elfo al que quería.

-Siento mucho de verdad lo de mi hermano. Pero ahora quiero disfrutar contigo.-le beso-antes de-le vuelvo a besar-que nos vayamos

Sonrio cuando la elfa me besa repetidamente.

- Te prometo que no la usare mas, a no ser que sea un caso extremo.- correspondo a sus besos y la aparto el cabello de la cara de forma cariñosa-Menos mal que querias descansar, cualquiera lo diria.- sonrio.

Me tumbo intentando dejarla ver que quiero seguir el juego, aunque mejor que luche ella un poco.

Le beso la mano y me acurruco a su lado.

-Y quiero descansar, pero no sé cuando. Y también quiero disfrutar de tí. Hace mucho que no te veo, y Gmork no es un gran compañero de noche-río-Entoncees, ¿qué me dices?

Le tumbo y me coloco sobre él, a horcajadas, y me retiro el pelo para besarle en el cuello. Lentamente le meto la mano bajo la camisa, esperando ver su reacción. Si para o sigue.

-Me alegro que hayas venido...

Le cojo de la ropa y le tiro al suelo para ponerme sobre él. Tenía la daga escondida cerca, entre los arbustos, pero necesitaba que no lo descubriera. Cojo sus manos y las pongo en mi espalda, para asegurarme de que no la tocaba.

-¿Crees que te quedan fuerzas para jugar, semental?-" pronto descansarás para siempre, tranquilo"-pienso

Me tumbo en el suelo, apoyando la cabeza en el regazo de Istar. La verdad esque no era eso sólo lo que quería, pero no podía decírselo, y no iba a hacerlo. Le miro en silencio y luego miro hacia el cielo.

- ¿Crees que la profecía es cierta? Que un montaraz nos liberará de un mal que aún no conocemos...

Eleneär se sube encima de mi, metiendo su mano debajo de mi camisa, haciendo que mi cuerpo se estremezca de placer por ya que los besos en el cuello.La cojo de la cara con sensibilidad, acercandola a mis labios.

- Pobre Gmork, seguro que tambien necesita compañia. ¿Quieres que le llamemos?- digo quitandola de encima.

Aprovecho ese momento, para ponerme encima de ella, apartandola el pelo de la cara para poder verla mejor.

- Asi me gusta más.- digo besandola.

La joven rubia se pone sensual conmigo diciendome que hagamos cosillas. Sonrio y paso mis manos por toda su espalda, hasta llegar hasta su culo prieto.

- Alysanne, tengo toda la noche para ti.- digo besandola.

- No sabria decirte. Es lo que sabemos de la profecia, o al menos lo que hemos conseguido descifrar. Y creo que ese mal de la que habla la profecia es Wiedzmi, el padre de Huindur. Nunca he conocido a ningún mago oscuro tan poderoso. Pero no te preocupes por eso, tu descansa. Yo me preocuparé por todo eso, y ya nos preocuparemos de tu entrenamiento.

Apoyo mi cabeza contra la suya, esperando dormirme plácidamente.

El elfo cambia su posición para ponerme bajo él.

-Qué superioridad. Me encanta.

Le quito la capa y la camisa, tras lo cual le acaricio el cuello para retirarle el pelo y poder morderle en el cuello.

-Déjalo. Ya he tenido bastante mientras tú has estado fuera-le susurro tras lo que le beso en el lóbulo

-Tranquilo, no necesitaremos toda la noche.

Le beso obligándole a centrar su atención en otras cosas. Le quito la camisa para despejarle el camino. Luego extiendo la mano hasta la daga para cogerla. El chico sigue entretenido besando mi cuello y tocando mi cuerpo.

Tras sujetar con fuerza la daga, le agarro del pelo echándole la cabeza hacia atrás para dejarle el cuelo al descubierto. Le miro y él me mira excitado, pensando que sería parte del juego. Cuando ve la daga, su expresión cambia y se vuelve de miedo. Pero en ese momento le clavo la daga en el cuello, cortándole la yugular, haciéndole un profundo tajo.

Durbat se lleva la mano al cuello e intenta tapar la idea, pero no es suficiente. Segundos después yace muerto en el suelo. Limpio el arma en la hierba, la guardo y aprovechando que están todos ocupados, cojo mis cosas, provisiones, el caballo y me voy del campamento sin ningun tipo de sentimiento.

Le quito su ropa con delicadeza, viendo sus curvas y pasando mis manos por todo su cuerpo, nunca mas dejare a esta mujer sola de nuevo. La beso en el cuello, bajando poco a poco, haciendo que la elfa disfurte.

- Cada vez me doy mas cuenta de que te he hechado mas de menos. No me acordaba del sabor de tus labios.- digo besandola en los labios apasionadamente.

A la mañana siguiente...

Kea y yo nos despertamos apoyados en una de las cuevas. La beso en la frente dulcemente para despertarla.

- Buenos dias, mi amor. ¿Has dormido bien? Yo he dormido perfectamente a tu lado - digo, sonriendole. - Voy a encender el fuego y a preparar algo de desayuno. ¿Puedes ir a despertar al resto? Necesitamos irnos lo antes posible.

El despertar es lo más dulce de la noche. Abro los ojos y veo a Istar que me pide dúlcemente que vaya a despertar los demás.

-Claro. Volveré en un momento.

Salgo de la cueva y cojo el camino hacia el resto del campamento pero al pasar veo unos pies. Pienso que alguien ha salido a dormir al campo y me acerco, pero al llegar veo el cuerpo inerte de Durbat, con el cuello desgarrado, los ojos abiertos mirando al cielo y un charco de sangre alrededor. Y símplemente grito.

Tras pasar la noche al lado de mi elfa, oigo un grito de terror de Kea, me levanto medio desnudo corriendo hacia el exterior. Me acerco rapidamente poniendome al lado de Kea, con la espada en alto, esta mirando al suelo, con asombro y temor. Miro al suelo y veo el cuerpo inerte de Durbat, me acerco a el poniendo a su lado.

- Pe..pero..¿como ha podido pasar esto?- digo mirando al resto que nos rodean.

Me levanto sobresaltado al oir el grito de Kea. ME pongo de pie, temiendome lo peor, Kea se encuentra de pie, cerca de donde deberian encontrarse Durbat y la joven. Me acerco despacio, sin saber que hacer y como actuar. Cuando llego a la zona, veo a Durbat desangrado en el suelo. Me siento en el suelo con las piernas encogidas, metiendo mi cabeza entre ellas.

- No es posible, el era el de la profecia. Esa chica, la rubia debe morir. El me tenia que haber escuchado, no lo hizo. Yo le avise....- digo sollozando.

Oigo el grito desgarrador de Kea. Salgo corriendo hacia el lugar de donde vienen, y llego a la cueva donde dormian Durbat y Alysanne. Todos están en la entrada. Kea viene corriendo hacia mi, a la que abrazo con fuerza. Gmork se encuentra a los pies del cuerpo inerte de Durbat, encima de un charco de sangre.

- Dios mio...¿como ha pasado esto? No entiendo nada...la profecia decia que él derrotaria al enemigo. ¿Y donde esta esa chica?

Abrazo a Istar llorando, retirando la mirada del cadáver.

-Está muerto... Istar, ¡está muerto! Estamamos perdidos... no puede ser, la profecía decía que acabaria con el mal y ahora está muerto. Y no puedo sanarle.

Salgo corriendo tras Huindur hacia el grupo, para ver a Durbat en el suelo. Toco el cuerpo, pero ya estaba frío. Luego me agacho para abrazar a Gmork, que sollozaba en el suelo, incapaz de creerse lo ocurrido. Tal y como estábamos los demás.

-No ha sido tu culpa. Todos sabíamos que esa chica no era de fiar. No debimos dejarle solo.

Miro a Huindur de reojo y suspiro. Estabamos perdidos.

Miro a la elfa que me abraza.

- Si que tengo la culpa de lo que le ha sucedido. Yo tenia que protegerle, era mi mision. No he podido cumplirlo, tenia que haber estado con el en todo momento y haber matado a esa furcia.- digo mirando a mis compañeros-Tenemos que darle un entirro justo, es lo que se merece.

Me despierto abrazado aun, de mi chico. Oigo las voces de mis compañeros y algun sollozo, me levanto con cuidado sin saber lo que sucede fuera.

- Buenos dias chiquitin, levantate. No se que ha ocurrido.- digo besandole y saliendo al exterior mientras me voy vistiendo.

Me encuentro a todos alrededor del cuerpo del montaraz que esta con el cuello cortado, la profecia termino, todo se ha ido a la mierda. Miro las caras de mis compañeros y me acerco hasta Gmork.

- Lo siento colega, pero tu hiciste todo lo que pudiste.- digo poniendo una mano sobre su hombro.

Me pongo serio y tomo el control de la situacion.

- El enano tiene razon, tenemos que hacer con su cuerpo lo que es debido para darle descanso a su alma.- digo cogiendolo y poniendolo en una manta que he sacado de mi petate-Gmork, tranquilo. El resto tambien deberiais de estarlo, el no puede ser el montaraz de la profecia. No puede morir el montaraz de la profecia.- digo intentando tranquilizar a mis compañeros, aunque yo no me lo creo del todo.

Cojo al enano y le acompaño a por las cosas de Durbat para preparar todo para incinerarle.

Cojo la mano del elfo que me lleva hasta las pertenencias de Durbat. Llegamos a su mochila, sacando cosas necesarias para nuestro viaje, yo mientras miro lo que va sacando. De repente, veo una pequeña cadena que le regale hace años, cuando nos acababamos de conocer. Se la quito de las manos y me quedo mirandola, mientras Huindur me mira apenado.

- Se la regale yo, el primer dia que consegui que me hiciese caso. Hemos pasado tantas cosas juntos...- digo recordando todo lo que nos ha sucedido.

Coge la espada de Durbar y volvemos donde se encuentra el resto, poniendo la espada entre sus brazos. Esperando el momento fatidico que no quiero que llegue.

Todos nos colocamos alrededor de la pira que acabaos de construir para Durbat. Me pongo en frente de ella, mirando a sus compañeros, todos con caras tristes y con lagrimas en los ojos.

- Hoy...es un dia muy triste para todos. Hemos perdido trágicamente a un compañero, un amigo, un hijo - digo, mirando apenado a Gmork. - Puedo prometeros que la mujer que lo asesino no quedará impunet y pagará por lo que hizo. Pero hoy recordaremos a Durbat como el buen guerrero y compañero que era, y que en algun lugar, velará por nosotros.

Me aparto dejandole el sitio a otro que quiera decir unas palabras.

"La profecia...¿que pasara ahora?"