De camino a la ciudad dorada

Sonrio cuando caigo al suelo y la elfa me pone la espada en el cuello. Aparto la espada y me levanto, y saco mi otra hacha.

- Un dia me tendras que explicar porque las princesas luchan tambien.- digo atacandola de nuevo con las dos hachas a la vez, con un movimiento rapido le paro uno de sus golpes y le quito la espada.

Me guardo mi hacha y cojo la espada de la elfa. Jugemos un rato.

- Me he cansado de pelear, asi que ¿porque no nos divertimos un ratito?- digo mientras salgo corriendo con la espada en la mano.

Suspiro cuando el enano me deja sin armas. Supongo que eso habría sido otra muerte más. Pero lo siguiente que hace me desconcierta. Recoge mi espada y sale corriendo con ella. La visión, sin duda, era de lo más rara.

-No pensarás que te siga corriendo ¿verdad? No somos unos críos.-sonrío-En cuanto a mi forma de pelear, los elfos no hacemos distinción. Entrenamos seamos mujeres u hombres. Y en mi caso me esforcé más, ya que mi hermano heredaría el trono, y yo tendría que divertirme de otras formas.

Miro al mago no muy convencida.

-Supongo que teóricamente, sí sería posible. Pero no sé si yo sería capaz de hacerlo.-agacho la mirada indecisa-pero podemos intentarlo si quieres. Aunque no te garantizo que funcione.

- No te preocupes, tengo mucho tiempo para enseñarte todo lo que quieras - le digo, acariciandola la mano. - Bien, ¿ves esas maderas? Quiero que la enciendas con fuego, para hacer una hoguera. En lugares oscuros nos servirá para iluminarnos, comer y defendernos. Se hace así.

Me concentro sobre los troncos y digo:

- Yur'rax

Off: ¡Fuego, a mi!

De mi mano surge una bola de fuego que lanzo hacia la madera, que al instante se prende.

- Ahora intentalo tú.

Agarro con fuerza el báculo, que empieza a iluminarse mientras recoje la energía del bosque. Me centro en mi mano y en la madera.

"Yur'rax"

Pero no ocurre nada. Suspiro relajando los hombros y vuelvo a intentarlo.

"Yur'rax"

Una pequeña bola, muchisimo más pequeña que la del mago se forma en la palma de mi mano. Segundos después se desvanece.
Cierro los ojos, mantengo firmemente sujeto el báculo.

"Yur'rax"-repito

La piedra del báculo brilla con fuerza, a tiempo que una nueva bola de fuego se crea en mi mano. La bola era más grande que la anterior, sin llegar a ser como la del mago. Luego la lanzo contra el montón de palos.

Sonrío sintiéndome cansada.

-Ni siquiera con el báculo puedo crear bolas normales. Me consume demasiada energía.

La elfa se queda quieta sin seguirme asi que vuelvo a ella y la entrego la espada.

- Los enanos tampoco hacemos distincion, la verdad es que os costaria bastante diferenciar un enano de una enana. Asi que luchan y mas ferozmente que nosotros, mi mjuer...- digo sin acabar la frase.

-¿Tu mujer...?-recojo la espada y la devuelvo a su vaina-¿Qué ocurre con ella? ¿Por qué hay tanta pena al nombrarla? La echas de menos ¿no?

Me entristezco al pensar en mi mujer.

- Se llama Arda y bueno nose, hace el mejor guiso de toda la tierra de los enanos. Hace demasiado tiempo que nose nada de ella ni de mis hijos, a lo mejor soy abuelo y no tengo ni idea.- digo cuando una lagrima cae sobre mi rostro- A mi tambien se me ha metido algo en el ojo.

Veo como consigue prender la madera, pero está agotada.

- No te preocupes, la mayoria de las sacerdotisas ni siquiera lo consiguen. Tu eres especial Kea. ¿Por que crees que te lleve a la Torre hace tantos años? Senti un gran poder en ti, que estarias destinada a grandes cosas. En realidad, no eres una sacerdotisa...eres una invocadora.

-El polen es muy malo en esta época-le digo comprensiva-No te preocupes, volverás a verla. Y podrás ponerle mi nombre a alguno de tus nietos incluso. Serás un héroe y todos te venerarán y hablarán de tí durante generaciones. Y estarán orgullosos de su abuelo. Y comerás todo el guiso que quieras hasta engordar tanto que no puedas andar. Pero ahora debemos dormir. Mañana nos toca otro viaje nuevo en pajaritos.-le doy una palmada en el hombro y luego me voy a la cueva.

Me quito las armas, me tumbo a su lado, y me duermo.

-¿Que soy qué? No, no puede ser. Yo sirvo a los dioses, soy una sacerdotisa no una invocadora. No invoco nada. Sólo curo. Y ni siquiera con mis poderes.-miro la madera-Bueno ahora también lo de la bola de fuego pero nada más. Te equivocas conmigo Istar. Lo siento. Siento decepcionarte.

Me levanto para irme. Ya era bastante duro enfrentarse a estar enamorada de un mago, aun estando prohibido, para ahora tener que cambiar todo en lo que creía. No, no era una invocadora. Y nunca lo sería.

- ¡Kea, espera! - le digo, intentantdo que no se marche. - No hay nada malo en ser invocadora. Y eso no significa que dejes de ser sacerdotisa, que dejes de creer en los dioses. Ellos fueron los que trajeron la magia, por lo que todos los magos les damos nuestro respeto. Dejame enseñarte a usar las habilidades que estas destinada a controlar, por favor.

Miro a la mujer, esperando su respuesta.

Niego con la cabeza

-No, Istar. Lo siento, pero no voy a aprender nada. No soy una invocadora.-Me suelto la mano que Istar me había sujetado para no irme.-Que tengas un buen turno de guardia.

Me separo y me voy para ir a dormir a la cueva donde ya estaban durmiendo los demás. Pensaba haberme quedado a acompañar al mago, pero despues de eso, prefería no hacerlo.

Sigo a la elfa hasta la cueva, me acurruco en un rincon de la cueva mirando a la pared y cierro los ojos intentando descansar. No paro de moverme y en ese momento entra la sacerdotisa y parece molesta. Me levanto cansado de no poder dormir y de ver como el humos del grupo esta cambiando a peor.

Salgo de la cueva de nuevo y saco un pipa, la cual la prendo y me pongo a fumar. Me siento al lado del mago que esta vigilando.

- ¿Que esta pasando? Nuestros animos estan por los suelos no es normal. Eleneär por huindur, yo por mi familia y ahora Kea. ¿Tu estaras bien no?- digo ofreciendole la pipa.

El enano se sienta a mi lado y me ofrece la pipa. Aunque no es uno de mis mayores gustos, la acepto como gesto de amistad.

- Si, no te precupes. Bueno...en realidad, no se como estoy. He ofendido a Kea diciendole algo a lo que ella se opone, y no queria hacerla sentir así. En la Torre, desde que entras, te hacen creer una serie de cosas y es muy dificil hacerte cambiar. Pero no era esa mi intención con Kea.

Oigo al mago lo que me dice.

- Bueno si tiene que ver con la profecia, es normala todos nos ha pillado por sorpresa. Incluso a Durbat aunque se haga el fuerte, seguro que esta dandole vueltas todo el rato, le conozco demasiado bien.

- No, no es por la profecia. Es algo que esta destinada a ser, desde nacimiento. Solo quiero que aprenda a ser lo que es para que pueda defenderse. Pero parece que se ha molestado, y ya hay bastante tensión entre nosotros en este momento.

Le devuelvo la pipa y le pregunto:

- Por cierto, ¿como lleva Durbat lo de ser el elegido?

- No lo se, el chico no es muy hablador que digamos y ahroa menos todavia. Pero supongo que lo llevara bien o se lo esta tragando para ahcerse el machito delante de vosotros.- digo preocupado.-¿Como estais tan seguros de que el es el elegido?

Todas las cosas que dice el mago sobre el montaraz son ciertas.

- Tambien cabezota, intansigente y muchas cosas mas que podia añadir, pero al final le dejaria por los suelos.- digo sonriendo.-Por cierto tengo que darte las gracias por haber confiado en mi y haberme dejado formar parte de esto, cuando me entregaste a Durbat.

Pongo mi mano sobre su hombro, en señal de afecto.

- No, gracias a ti por cuidarlo y entrenarlo. Yo solo le salvé de morir con su familia, pero tu le has convertido en lo que hes hoy. Y antes o después formarias parte de esto, sales en la profecía, igual que todos nosotros. Solo espero que estemos iendo al lugar correcto y no nos equivoquemos. Siento que ese Mal crece cada vez más...

Oigo como el me da las gracias tambien por lo que he hecho con Durbat.

- No se las merece, a mi me gustan los retos dificiles y ese chico es uno de ellos. Anda que no se ha llevado patadas en la espinilla. Es al unico sitio que llego, los humanos dan capones pero yo ahi es de dificil que llegue.- digo sonriendo.

- Jajajaja - me rio con el enano, dándome cuenta de que hacia mucho tiempo que no me reia. - ¿Sabes una cosa? Creo que tengo que hablar con alguien. Gracias, Gmork. En seguida vengo a relevarte de la guardia - digo, dándole una palmada en la espalda.

Me dirijo hacia donde se encuentra Kea durmiendo.

- ¿Kea? ¿Estas despierta? ¿Podemos hablar?

Suspiro. No, no estaba dormida, pero ¿quería hablar con él? Finalmente me giro y lo miro.

-¿Ocurre algo Mago? ¿Es hora de relevarle al guardia?

- Si - miento - Gmork ya ha acabado su turno y me ha pedido que te llame. Te esperaré aqui fuera.

"Espero que quiera hablar conmigo, necesito disculparme".