De camino a la ciudad dorada

Intento decir unas palabras ante el cuerpo del que hasta hace unas horas, era mi protegido, como mi hijo. No soy capaz de hablar, me acerco llorando hasta el, dandole un pequeño golpe afectuoso en el hombro.

Me vuelvo sobre mis pasos, poniendome al lado del elfo, que se agacha y me abraza.

- Ahora...yo...¿que hago?- digo.

Gmork se acerca a mi llorando, me agacho para consolarle, dandole un abrazo.

- Gmork, los enanos no lloran, son mas fuertes que los elfos ¿recuerdas?- digo haciendo que sonria- Ademas tienes familia que te espera en tu hogar, seguro que se ponen muy contestos cuando vean aparecer por alli. Tu mujer preparara estofado hasta que te hartes de el.- digo poniendome de rodillas, para poder mirarle a los ojos.

Se abalanza hacia mi abrazandome mas fuerte que antes.

- Yo te acompañare hasta tu casa y me presentas a tu familia, ¿de acuerdo?- el enano asiente con una sonrisa triste y se gira para ver la ceremonia.

Miro a Eleneär, la cojo de la mano y se la aprieto, dando a entender que nos vamos juntos con el.

No conocia mucho al hombre, pero parecia un buen amigo y todos lloran su pérdida. Me acerco a Artemis y timidamente le aprieto fuerte la mano.

- Entonces, ¿que vamos a hacer ahora? ¿Que pasa con esa profecia de la que nos ha hablado Huindur?

Le correspondo al apreton de manos a Mathian y le miro.

- No creo que haya profecia y si la hay nos hemos equivocado de montaraz, el gripo se disuelve Mathian. ¿Donde vamos a ir nosotros ahora?- digo bajito.

- No lo se, pero por Gondor no podemos volver. Mi familia tiene una casa por estos campos. Quiza podriamos instalarnos ahi y empezar una vida...juntos - digo sonrojandome. - Si quieres, claro.

-Por supuesto que iremos contigo Gmork. No vamos a dejarte solo.

Apreto la mano de Huindur y luego me giro para mirar la pira funeraria.

-Namarië,inya verya meldo.Nai Eru laitale le ar antal sérë ar este.

(Off: adiós mi valiente amigo, que Eru te bendiga y te de paz y descanso.)

Me arrodillo junto a la pira entonando en silencio oraciones a los dioses. Seguro que le protegerían y le llevarían junto a ellos. Al acabar me levanto.

-Es cierto. Los dioses hacen las profecías y nos manejan para cumplirlas. Durbat sería un amigo, pero no era el montaraz de la profecía. De ser así, no estaría muerto. Creo que deberíamos dividirnos. Tratar de encontrar a alguien que encaje con lo que dice la profecía. Y yo volveré a Isengard, para tratar de averiguar algo más de ella. -miro a Istar, sabiendo que probablemente volviéramos a separarnos.

Beso al chico por toda respuesta, aunque no me agrada la idea de estar quieto en un lugar, pero estar con el me atrae a pesar de las demas cosas.

- Por ti iria hasta el fin del mundo, pero si quieres quedarte por aqui...- me cayo al ver prender el cuerpo del montaraz.

- Yo volveré también. Debo de ejercer por un tiempo de Señor de los Magos y preparanos para lo que está por venir. Intentaremos descifrar al máximo la profecia para no volver a equivocarnos. No podemos permitir que nadie más muera por un fallo nuestro.

Miro al resto de mis compañeros.

- ¿Que vais a hacer vosotros?

Me adelanto para contestar al mago.

- Artemis y yo nos instalaremos por aqui. Mi familia tiene una casa no muy lejos de donde estamos. Somos fujitivos, asi que intentaremos llevar una vida normal. Pero os informaremos de cualquier cosa extraña que averiguemos y, por supuesto, sereis bien recibidos siempre que querais venir. Eso si, nosotros también querremos saber novedades.

Miro a Istar que nos cuenta lo que va a hacer.

- Nosotros acompañaremos a Gmork, hasta su hogar. Despues supongo que volveremos a Rivendel, tampoco tenemos muchos sitios donde yo pueda ir tranquilamente, aunque he de decir que si Gmork decide perseguir a esa mujer, yo le acompañare.- digo acercandome a el de nuevo que se encuentra cerca del cuerpo que aun se esta quemando-¿Que me dices Gmork?

Me acerco a ver arder lo que queda de Durbat, sujeto la cadena y me la pongo al cuello, es lo unico que queda de aquellos dias.

- Claro que si mi familia estara encantada y sobre esa bruja rubia, la matare yo mismo, con mis propias manos. Mas la vale que se esconda bien, porque sufrira juro que sufrira.- digo con ira.

Escucho los planes de todos mis compañeros y amigos.

- Todo lo que habeis propuesto me parece correcto. Todos nos informaremos si descubrimos cosas nuevas, sean buenas o malas. Si os parece, nos reuniremos en cuanto podamos en la Torre de Hechiceria. Alli todos estareis bajo mi protección y a salvo de cualquier ley. Responderé por vosotros - digo mirando a Huindur, Artemis y Mathian. - ¿Todos de acuerdo?

Asiento a Mathian, acercandome para darla la mano. Me despido del mago y la sacerdotisa y me acerco a los elfos.

- Cuidamele Eleneär, quiero volver a veros de una pieza. A los tres. Podeis venir a casa cuando querais. Seguro que tu pantera nos encuentra en un momento.- digo abrazando a Huindur- Cuidate.

Vuelvo hacia Mathian que se despide de ellos con la mano, dandole las gracias a Huindur. Le cojo de la mano y nos alejamos, yendo hacia nuestro nuevo hogar.

Kea y yo nos despedimos de los dos jóvenes.

- Espero que ahora encuentren algo de paz y puedan estar juntos sin que nadie les moleste.

Me acerco a los elfos y al enano. Me dirijo a Gmork.

- ¿Estas seguro de lo que vas a hacer? Durbat sera vengado, pero no creo que debas hacerlo solo.

Miro hacia arriba buscando la cara del mago.

- No estoy solo, me acompañan dos elfos. No es de mi agrado pero me tengo que conformar.- digo dandole una palmadita a cada uno de ellos- Veremos a mi familia y removeremos la tierra buscando a esa joven. Yo por lo menos.- digo mirando a los elfos mientras me despido del mago y comienzo mi largo viaje.

El enano se despide de nosotros y se aleja, triste y cabizbajo.

Me giro hacia Eleneär.

- Princesa, tened mucho cuidado. Esa mujer es peligrosa y no quiero que acabeis como el montaraz. Huindur, cuida de ella y volved los tres sanos y salvos a la Torre. Que los dioses cuiden de vosotros, amigos mios.

Me despido de ambos elfos con un abrazo. Kea y yo vemos como se alejan. Nos monamos en su caballo, rumbo a Isengard.

Nos despedimos del Istar y Kea, comienzo a correr tras Gmork. Me pongo detras suya, haciendo que se de la vuelta.

- Si no nos esperas nunca podremos probar el estofado de los enanos, la verdad es que ya me esta entrando hambre.- le sonrio.

Esperamos parados a Eleneär que se esta despidiendo del mago y la sacerdotisa.