una mañana intensa

La elfa se adelanta y se pone a decir mil maneras con las que me podia haber matado. Gmork enfadado por los comentarios de ella comienza a sacar su hacha pero le sujeto el brazo antes de que lo consiga.

- Gmork, ella tambien esta herida. Tranquilizate y que nos lo expliquen despues.- digo sujetando todavia al enano.

Durbat me sujeta e intenta tranquilizarme, guardo de nuevo mi hacha y me doy la vuelta murmurando.

- Elfos, creidos. Se creen que siempre hay que hacer lo que ellos digan.- murmuro mientras me alejo un poco del grupo.

- Tampoco hace falta que te pongas asi, entiendeles a ellos.- digo sujetandola del brazo y ayudandola a sentarse en una pequeña roca-Istar, ¿tu sabes curar? me refiero con magia.

Entonces miro a Eleneär que mira con enfado al enano.

- Tranquilizate.- digo besandola levemente en los labios.

Abrazo al elfo para hacerle sentarse a mi lado, y me recuesto en él, cansada.

-Los magos no curan. Hacen magia. Quizá deberíamos buscar una sanadora. O un pueblo cercano donde puedan ayudarnos. Pero mientras tanto..-rasgo un trozo de tela de la camisa del drow y me la pongo en la pierna a modo de venda, y evitar que salga la sangre, al igual que la que llevaba el montaraz.- Por cierto, me llamo Eleneär, y él es Huindur.

Traqs oir durante un buen rato las discusiones de todos, me meto en la conversación.

- Como bien ha dicho Eleneär, yo soy un mago. Tendré muchos poderes y habilidades, pero la sanación no está entre ellos. al menos por ahora. Pero conozco un lugar donde podríamos encontrar a alguien con esa habilidad: la Torre de Hechiceria de Isengard. Creo recordar que, antes de mi última visita, habia una sanadora que acaba de terminar sus estudios allí. Normalmente, no dejarán pasar a extraños a la Torre, debido a que aun los magos no estamos muy bien comprendidos. Pero si os ven llegar conmigo no pondrán objección.

Veo que aun ninguno se ha dado cuenta de mi verdadero cargo y, si lo han hecho, ninguno lo ha preguntado.

-Suerte que te tengamos entonces, mago.-sonrío--¿Dónde está esa torre? Porque espero que esté cerca. Nuestro amigo el montaraz tiene un buen golpe.

Había empezado a caminar, pero me paro al recordar algo.

-Has dicho que los magos no están muy bien recibidos allí, ¿por qué te dejan pasar a tí, y por qué pasaremos nosotros por el mero hecho de ir contigo?

- Yo soy Durbat y el es mi compañero Gmork,aunque creo que vosotros ya sabeis quienes somos. ¿Creeis que por estas heridas deberiamos ir a por una sanadora?, yo opino que en un par de dias estaremos como nuevos ¿no?- digo mirando a los que nos rodean.

- Bah, eso son pamplinas. Lo que tenemos son contusiones o heridas superficiales, bueno...tal vez vosotros dos no.- digo mirando a Durbat y a la elfa- Insisto en saber que es lo que esta sucediendo aqui. Mago habla y cuentanos la verdad. Luego estoy dispuesto a hacer e ir a donde me pidais.- digo acercandome a Durbat de nuevo y apartandole la tela que le puse en el brazo. Observo su herida y vuelvo a ponersela.

Me dirijo hacia ellos con gesto tranquilizador.

- No os preocupeis por las heridas, no son muy graves. Pero prefiero que os las curen ya que sino estariais algo debilitados para el largo viaje que pronto debemos emprender...y por el que hace años que espero poder empezar.

Veo que todos me miran asombrados, y la elfa me hace la pregunta que estba esperando desde hace tiempo.

- Me alegra que me haga esa pregunta mi señora. Pues aunque todo el mundo me conozca como Istar, mi nombre completo es Istar el Mago, señor de los magos de la Torre de Hechicería de Isengard. Alli es donde se encuentra la sanadora de la que os hablo.

Oigo al mago con interes, tiene algo preparado para nosotros desde hace mucho tiempo. No entiendo nada.

- Yo...cada vez entiendo menos.- digo poniendo los ojos en blanco-¿Puedes ser mas claro mago? Y contesta a mis preguntas, ¿de que nos conoces? ¿porque? ¿Y que es lo que tenemos que hacer?- digo enfurecido de nuevo- Por cierto, siento mi caracter pero soy un enano no lo puedo remediar.

Me quedo paralizado sin saber que decir...un viaje que debemos hacer pronto y lo ha planeado hace mucho tiempo. Antes de que me recupere Gmork comienza a hablar y yo me cruzo de brazos esperando las respuestas del mago.

- Te escuchamos.

Hay muchas cosas que responder, pero alguno de los presentes aun no deben saber la verdad.

- Huindur, lleva a la princesa y a Durbat con los elfos sanadores. Sé que haran todo lo posible para tratarles las heridas lo mejor posible. En cuanto acaben, vuelve y házmelo saber. ¿De acuerdo?

Le hago un gesto a la elfa sin que ninguno de los otros me vea, y ella parece captar lo que pretendo.

Cuando estamos solos me siento al lado del enano, dispuesto a contarle todo lo que sé, o al menos, una gran parte.

- Gmork, yo te conozco desde hace muchos años, pero he intentado que nunca supieses nada de mi. La verdad es que he intentado pasar desapercibido para todo el mundo, por el bien de todos. Yo fui el que dejó a Durbat a tu cuidado, yo le salvé de morir junto a su gente. Y todo, por el rumor de algo que pasaría años después.

Miro al enano, que me mira con asombro.

MIENTRAS TANTO...

Me apoyo en el brazo de Huindur y tras comprender las intenciones del mago, nos alejamos en dirección al bosque.

-Tendremos problemas con los elfos, cariño. No sé como recibirán un drow entre ellos.

Asiento a las palabras del mago, ayudo a levantarse a Eleneär y se apoya en mi hombro para poder caminar mejor. El montaraz parece no fiarse del todo. Le hago un pequeño movimiento con la cabeza y comienza a seguirnos poniendose a nuestro lado.

- Durbat, sentimos haberte atacado, seguro que ella tambien lo siente. Sin rencor, ¿vale?- digo con una sonrisa y tendiendole la mano.- Por cierto luego recuerdame que te presente a mi mascota.

El la estrecha, aunque dudandolo, al final lo hace y tambien sonrie. Volvemos a la ciudad.

- Eleneär, creo que desde aqui deberiais seguir solos. Y sabes que no soy bien visto por aqui bueno ni por ningun lado- digo con amargura.

Niego con la cabeza.

-No me voy a separar de tí. Esperemos que les baste con mi palabra de que eres de fiar. Y también con la de Durbat.-miro al montaraz-no peleas mal, pero debeías mejorar la agilidad. Pero tranquilo, con más entrenamiento podremos hacer de tí el mejor guerrero.

- No es igual la velocidad y agilidad de un elfo que la de un montaraz. Aunque tal vez con mas practica consiga vencerte algun dia- digo mientras caminamos hacia Rivendel de nuevo.

Sonrio ante las palabras tan tiernas de Eleneär y me giro al oir el comentario de Durbat, a lo que asiento.

- Sigamos entonces.-digo.

Tras llegar a una de las habitaciones que me señala la elfa salen un par de elfos a nuestro encuentro y se disponen a meter a mis compañeros heridos en las habitaciones, cuando otro elfo se interpone en mi camino, impidiendome pasar. Me dice que me vaya de alli, lejos de Rivendel.

Asiento con tristeza y me dispongo a dar la vuelta y volver al bosque con el mago y el enano.

Tras las palabras del mago me quedo en silencio mirando el infinito nada en especial, entonces sin saber que decir comienzo a balbucear. Un enano no hablaria asi, pero yo...

- Por eso me conocias en el rio, ahora entiendo muchas cosas, aunque no todas. Ahora, ¿tendre que separarme de Durbat?. Por lo del cometido y eso.- digo intentandole quitar importancia.

MIENTRAS TANTO...

-Claro-le sonrío a Durbat-no desesperes

Caminamos hasta entrar al territorio elfo, hasta que intentan separarme del drow.

-No, él se queda. Soi vuestra princesa y esa es mi orden.-agarro del brazo a Huindur-Ha abandonado a los suyos. Y no vamos a hacer lo mismo.

Sin esperar contestación, entro a la cabaña, apoyada en el elfo. Una vez allí un grupo de elfos nos tumban en un camastro al montaraz a mí y, en silencio, empiezan a preparar un ungüento que esperaba, sirviera de algo. Aunque por lo menos, parecía calmar el dolor, pese a su malolor.

-No conoces nada sobre tí, ¿verdad Durbat?

Miro al enano, cuyo rostro tiene un semblante serio y algo triste. Pongo mi mano sobre su hombro y le sonrio.

- Tranquilo, Gmork. No tendrás que separarte de él. De hecho, has hecho un gran trabajo enseñandole todo lo que sabes. Pronto veremos si realmente es quien las profecias y los escritos dicen que será algun dia. Por ahora, necesito que esto solo quede entre la princesa, tú y yo. Aun no es momento para que Durbat sepa nada. ¿Tienes algo que preguntarme o decirme, amigo?- digo dirigiendome al enano.

MIENTRAS TANTO...

Entro ayudando a la elfa a caminar hasta la camilla y me retiro un poco para dejar trabajar al resto de los elfos. Me quedo parado en una esquina mirando a la camilla donde se encuentro con cariño y ternura, desvio la vista hacia el elfo que no me dejaba entrar y no me quita el ojo de encima.

- Tranquilo amigo no voy a hacer nada. ¿ Se pondran bien pronto?- digo mirando a una de las elfas que se encuentran examinando a los heridos.

Ella asiente con la cabeza mientras sige su trabajo.

Medito de nuevo las palabras del mago.

- No creo que ahora no tengo nada que decir. Simplemente decir, que me agrada, aunque no mucho ya que dos elfos con nsotros, pero no pasa nada intentara aguantarme- entonces se me ocurre algo que preguntar- ¿Puedes decirme algo mas de la profecia?, aunque yo no creo en esas cosas parece que funcionan.

MIENTRAS TANTO...

Me tumbo en la camilla y dejo que los elfos hagan su trabajo, son delicados.

- No la verdad es que no recuerdo nada. EL primer recuerdo que tengo es que un mago me salvo y me trajo aqui a Rivendel, años despues conoci a Gmor. ¿Pero porque preguntas?- contesto a Eleneär

-No..por nada. Lo sabrás a su debido tiempo. Sólo relajate, y recupérate pronto.

Suspiro y cierro los ojos, dejando que hagan su trabajo, sin soltar la mano de Huindur.

-Quizá quieras ir a dormir un rato mientras vienen el mago y el enano. Además, tendremos que planear lo que haremos en adelante.Y necesito tu mente despierta y descansada