Empezando el viaje

Me giro al escuchar la voz del enano y el drow cayendo al suelo.

-Y ¿para qué te tengo a tí si no es para proteger mi espalda?-sonrío y le lanzo una daga a un drow que se había acercado demasiado. Uno de los drows que habia matado había manchado de sangre pegajosa mi espada y mi mano.-Si salimos con bien de esta, iré al primer río a quitarme esta maldita sangre drow-murmuro.

Los drows no paraban de salir, sin tiempo a más conversación, otro se lanza a por mí. Pero es mi espada quien le recibe, que, como si de mantequilla se tratase, le atraviesa el abdómen. La saco de nuevo dejándole caer muerto al suelo.

-¿Pero no van a dejar de venir más?¿Cuántos malditos drows hay aquí?

De reojo, miro a Huindur." Espero que tenga cuidado y sepa lo que hace"-pienso.


(Off: xDDDDDDDDDDDDDDDD)
CONVERSACIÓN: ELENEAR:"Río (de reir) lleva acento"
HUINDUR:" peroo, Istar, río seguro que lleva acento?"
ISTAR: " Claro, para diferenciarlo del otro (el del agua)"
HUINDUR ( TODO SERIO): "NO!!!!El río de río lleva agua"

- Id todos a por los elfos y a por el humano que combate con Huindur. Dejadme al rey a mi, siento un gran poder en él.

Me alejo de mis compañeros y llego hasta el lugar hasta el que ha salido despedido el padre de Huindur. Cuando se levanta del suelo, parece no haber sufrido ningun daño. Cuando le veo de cerca, veo realmente su figura. Era el elfo oscuro más siniestro que habia visto jamás, y tenia una extraña marca en la frente, como una inscripción.

- En ningún momento hemos pretendido ofenderle ni invadir sus tierras, señor. Pero su hijo no ha pretendido faltarle al respeto o saltarse sus normas. Además, esta bajo mi protección y la de la Princesa de Rivendel.

Comienzo a sacar mi espada y dando estocadas, a todos los drows que se acercan hacia mi. Uno de ellos comienza a atacarme con dos cimitarras, intentando quitarme mi espada. Me coloco espalda con espalda con Gmork, haciendo nuestras tacticas defensivas. Alli consigo quitarle una cimitarra el elfo y le clavo mi espada en el pecho.

- Vamos Gmork, acabemos con estos sucios elfos.- le digo al enano.

Comienza a recriminarme todo lo que hice en su momento y la verdad es que tiene razon, me fui de alli como un cobarde huyendo dejando a mi fiel amigo abandonado a su suerte.

- Tienes razon Artemis, perdoname. No tenia que haberte dejado alli, intente volver mil veces a por ti pero te creia muerto. Nunca pense que alguien pudiese salir vivo de aquel lugar.- digo cuando un escalofrio me recorre la espalda al recordar aquellos dias.

Entonces Artemis, me mira a los ojos que vuelven a tener su color natural, un aul intenso. Segundos despues, grita de dolor, mientras se agarra la cabeza con ambas manos, soltando su espada. Me quedo paralizado sin saber que hacer.

Un momento despues, sus ojos vuelven a estar negros, coge su espada de nuevo y comienzo a atacarme otra vez, con tanta intensidad que con uno de sus movimientos me cla va la espada en el hombro, haciendome soltar mi cimitarra.

Mientras mis hombres y Artemis se ocupan del grupo y de mi hijo, parece que a mi me toca hacer frente al mago. Es alguien poderoso y parece ser alguien importante entre los suyos.

Sin ningún esfuerzo me levanto del suelo y me pongo de pie, sacudiendome un poco la armadura.

- Veras, mago. Nadie puede pasar por este bosque sin mi autorización, sea quien sea el que quiera atravesarlo. Esta bajo mis dominios y se hace lo que yo digo. En cuanto al exiliado de mi hijo...bueno digamos que eso es algo entre él y yo, y no tengo porque daros ninguna explicación...mi señor - digo arrogantemente mientras le hago una reverencia. - Por cierto, podrás engañar al resto, pero no a alguien como yo, Señor de los Magos. Tu poder es inmenso y el hechizo que usaste contra mi es muy poderoso...pero en este lugar, yo soy mucho más poderoso.

Cierro los ojos un segundo y, al instante los abro, pero son totalmente negros. La magia oscura de la que soy dueño y señor recorre todo mi cuerpo y siento como invade hasta la última fibra de mi ser. Entonces es cuando me concentro en el mago y digo:

- MoÎ cámus

Off: ¡Muertos vivientes venid!

De repente, del suelo empieza a moverse y de él salen seres putrefactos y descompuestos que acuden a mi llamada y empiezan a atacar al mago.

- Mi poder es más fuerte sobre los muertos, y en este lugar, antaño, hubo una gran guerra. Los muertos obeceden mis órdenes...¡¡y tu pronto las obedeceras!!

Cuando me empieza a hablar consigo recobrar por un instante mi mente, pero no dura mucho. Poco despues, el ser que me controla se da cuenta y vuelve a la carga, haciendome chillar de dolor y sujetarme la cabeza. Cuando cesa una voz en mi cabeza me dice que ha sido cupa de Huindur que yo no tenia porque sufrir.

Entonces cojo mi espada del suelo y comienzo el ataque con mas agresividad que antes, consiguiendo clavarle la espada en el hombro y asi suelta su arma.

Le doy una patada en la pierna haciendole caer, y entonces le haga un pequeño corte en la cara.

- Huindur, llego tu hora. Lastima que simplemente mueras y no sufras lo que sufri yo.- digo alzando mi espada para clavarsela en el pecho.

-¡NO!

Empujo un drow que se interponia en mi camino con Huindur y corro hacia mi compañero. El humano desconocido ya levantaba de nuevo su espada contra él, pero por suerte había sido lo suficientemente rápida. Levanto la espada para parar su golpe, que hace que me calambree el brazo de la fuerza. Aguanto hasta que retira la espada mirándome unos segundos. Tiempo suficiente para lanzar mi ataque. Golpeo una y otra vez con movimientos rápidos hacéndole retroceder. El último golpe llega hasta su objetivo, haciéndole un tajo en el costado.

-No te atrevas a tocarle maldito humano.-le digo furiosa sin bajar la guardia.

Cuando caigo al suelo y veo la espada de Artemis tan cerca de mi pecho, cierro los ojos sabiendo que es el fin. Justo en ese momento oigo la voz de Eleneär y la veo luchando con Artemis. Me levanto rapidamente, sujetando mi hombro herido. No puedo permitir que le haga daño a Artemis, nose que le han hecho pero no es el.

- Eleneär para, no le hagas daño.- digo aunque demasiado tarde, ya le ha herido en un costado.- Para, no se que le estan haciendo pero no se comporta como el deberia hacerlo, ademas mira sus ojos. La ultima vez eran azules. Dejame con el, tu ayuda al resto.- digo a la elfa que sigue con la espada en alto, asiente y retrocede aunque no se va muy lejos y no me quita el ojo de encima.

- Artemis cuentame, ¿que te estan haciendo? tu no eres asi.- digo acercandome a el, aunque creo que no me va a hacer caso, puesto no suelta su arma.

La elfa consigue interponerse entre Huindur y mi espada en el ultimo momento, y comienza a atacarme velozmente. En uno de sus movimientos consigue herirme en el costado, me pongo la mano en la herida mientras sigo con la espada preparada.

De repente aparece Huindur de nuevo para que la elfa no me haga daño, algo que no llego a comprender. Yo quiero matarlo con todas mis fuerzas.

- No me pasa nada Huindur, simplemente me he dado cuenta de la escoria que eres. Se valiente y lucha por una vez en tu vida.- digo para intentar cabrearle.¿O esta vez tambien saldras corriendo?- digo volviendo al ataque.

Avanzo un paso rápido y vuelvo a parar su ataque.

-Te he dicho que no le toques, ¿o además de mal guerrero eres sordo?-"espero que sepas lo que haces Huindur"-No me creo ese rollito de la posesión. Creo que simplemente eres un vendido y un traidor. ¿Es eso, a que si?-sonrío.

Mis palabras tenían un fin concreto. Si no podíamos pelear con él, y Huindur tenía razón y estaba poseído, deberíamos arreglarlo, e Istar nos sería de ayuda, pero para ello teníamos que llevárnoslo. Asique quería enfadarlo, enfurecerle conmigo para que me atacara hasta olvidar a Huindur, y rezar para que él adivinara mis pensamientos e hiciera algo para retenerlo.

Asique eso es lo que empezamos a hacer, pelear. Él me ataca enfurecido por mis palabras, yo simplemente me defiendo, y poco a poco, logramos que el "baile" haga que el humano quedara de espaldas a Huindur.

El hechizo del señor de los elfos oscuros requiere no solo un gran control de la magia y el espiritu, sino también un dominio ejemplar sobre las artes oscuras...algo que este mago domina a la perfección.

Varios muertos vivientes se hacercan hacia mi, más rápido de lo que pensaba. De hecho, uno de ellos casi consigue darme con su espada, pero consigo esquivarlo a tiempo. Saco mi espada de marfil y atravieso al ser con ella, pero parece no surtir efecto.

"Creo que esto será un combate de magos, no de espadas"- me digo a mi mismo, y guardo mi espada y empiezo a concentrar mi magia.

- Si quieres un combate mágico, lo tendrás.

- Será un combate interesante mago...veremos quien gana.

Tras una seña a los muertos que ahora me sirven, algunos de ellos siguein acorralando al mago mientras que el resto va al ataque del resto del grupo.

Miro de nuevo al mago y le sonrio.

- Así no se perderan la diversión. Por cierto, soy un mal educado. Mi nombre es Wiedzmi Dür, señor de los elfos oscuros del Bosque de la Hoja Dorada. No puedo enfrentarme al gran Señor de los Magos sin presentarme- digo en tono irónico y haciendo una reverencia.

Me encontraba espalda con elpalda, justo tras Durbat, peleandonos con un elfo oscuro cada uno. Cuando de repente, aparecen varios seres de la nada, no parecen esstar muy vivos.

Le clavo el hacha en el pecho al elfo y saco mi ballesta, intentando cubrir a mis compañeros de la oleada de seres misteriosos.

- Durbat cubreme. Voy a acabar con esos seres.- digo sacando mi ballesta.

Comienzo a disparar al primero le atravieso el cuello, pero sigue andando como si nada. Una segunda flecha se le clava cerca del corazon, estos seres no sangran y parece ser que no pueden morir.

- ¿Pero que demonios es esto?- digo guardando mi ballesta y sacando mi hacha de nuevo.

Dos elfos comienzan a luchar contra mi, con mi espada a uno consigo clavarsela en el pecho y mientras sigo luchando con el otro, giro un poco la cabeza para poder ver lo que me dice Gmork. Nose que seran esas cosas pero no les afecta las flechas.

- Gmork, seguro que es magia negra. Ten cuidado con lo que haces.- digo mientras sigo luchando con el elfo.

- Habia oido hablar de ti, señor de los elfos oscuros. Pero nunca he tenido noticias de alguien con tanto poder. Desde hace tiempo esta prohibido usar este tipo de magia, va en contra de aquello que defendemos todos los magos. No pienso permitir que sigas haciendo esto...y voy a demostrarte porque soy el Señor de los magos.

"Si quiere magia...la tendrá".

Me concentro para poder usar uno de los hechizos más poderosos que conozco.

- Alata Aüre

Off: Ayúdanos sol (rayo solar).

De repente, empiezo a brillar con una luz muy fuerte y poderosa, y una gran descarga luminosa sale de dentro de mí, bañando todo el bosque, haciendo que la oscuridad que cubria todo el lugar desapareciera. El potente rayo de luz atacó también a Wiedzmi, acabando así con su hechizo sobre los muertos, que se desvanecieron como si nada.

Agotado, cai de rodillas al suelo, sin fuerzas.

- No tienes....nada que...hacer contra mi, mago oscuro. Dejanos pasar - digo, muy cansado.

El mago lanza uno de los hechizos de magia buena más poderosos que existen: ha recurrido a la fuerza de la luz y del Sol para bañar todo el bosque. Todas las sombras y la penumbra desaparecen, debilitándome. Elimina tambien a mis muertos. Y ese mismo rayo me impacta a mi tambien, pero no me afecta tanto como yo pensaba. El mago está agotado, momento que aprovecho para acercarme a él y decirle unas palabras:

- Impresionante, mago. No sabía que fueras tan poderoso. Estaría muy bien tener toda tu fuerza y sabiduría. Lástima que odie la magia blanca. Yo aspiro a algo más...importante. Y ni tu ni tus patéticos amigos podreis impedirmelo - digo, mientras materializo mi cimitarra y le apuñalo en el estómago.

En cuanto se ha girado suficiente, veo como Huindur se levanta y le da un golpe con la espada en la nuca, dejándole inconsciente en el suelo.

Sonrío al ver que, pese a todo, un drow y una elfa del bosque no se entienden tan mal. Pero la felicidad no dura mucho, pues un grupo de seres se acercan a nosotros con asombrosa rapidez. En unos segundos se lanzan contra nosotros, haciéndonos tener que replegarnos alrededor de Artemis para protegerle. Tras las primeras tres veces que " mate" sin que se muriera a una de esas cosas, decidí que aquello no era de nuestra competencia. Con un vistazo me valió para ver que a al enano y el montaraz no le iba mucho mejor.

-¿Plan?Aguantar hasta que a Istar se le ocurra como arreglarlo. ¿Podrás hacerlo?-digo preocupada por su brazo y los seres que se nos iban acumulando alrededor.

Nos habíamos librado de los drow, pero esto era aún peor. Entonces un poderoso haz de luz nos rodea, haciendo que tenga que entrecerrar los ojos. Al volverlos a abrir los no-muertos estaban desplomados sobre el suelo. Pero Istar también, y sangraba por el estómago.

Sabía que lo que se me pasaba por la cabeza no sería muy eficaz, pero serviría para que dejara de centrar la atención en Istar para ponerla sobre mí.

"hwesta vaiwa"

(off:sopla viento)

Una ráfaga de viento comienza a soplar entre los árboles lo suficientemente fuerte para desplazar al "rey elfo" hasta chocar con el árbol más cercano.

-Eres muy acojedor, y un buen anfitrión, pero por favor, ya te has divertido, déjanos pasar, por favor.-Me acerco al mago-¿Cómo estás?

Veo como Eleneär comienza a cabrear a Artemis para ponerle nervioso. Lo esta consiguiendo ademas me da la espalda, me acerco con cuatela hasta donde se encuentran los dos, y con la empuñadura de mi arma le doy un golpe en la espalda haciendole acer al suelo en el mismo instante.

Cuando cae al suelo voy a acerarme a Eleneär cuando vea a unas extrañas criaturas que vienena por nosotros y oir a Gmork que las flechas no les hacen nada. Las criaturas estan demasiado cerca nuestra y nada parece acabar con ellas, cuando todo parecia perdido, una luz cegadora recorre el bosque acabando con esos malditos seres. Miro a Istar, de rodillas en el suelo y a mi padre clavandole su cimitarra en el pecho. Eleneär realiza un pequeño hechizo de viento para distraer a mi padre.

- ¡Basta ya!. Ellos no tienen la culpa de lo que yo hice en su momento, dejalos marchar y haz conmigo lo que quieras.- digo dejando mis armas en el suelo como rendicion, levanto la vista y miro al que antes era mi padre esperando una respuesta.

Parece que habia vencido al mago cuando, de repente, una ráfaga de viento me aparta de él y me estampa contra un árbol. No sufro daños, solo algo de humillación, ante alguien tan insignificante.

- Vaya, vaya. Parece que no somos los únicos en usar magia por aquí. Pero no eres rival para... - iba a continuar cuando mi estupido hijo se rinde ante mí, diciendome que deje en paz a sus amigos cogiendole a el a cambio.

Miro con desprecio a mi hijo.

- Bien, como quieras. Tus amigos serán libres, a cambio de que hagas lo que te pido.

Me giro hacia el mago y me concentro en su herida, mientras recito un simple hechizo curativo. Su herida sana en seguida y el mago recobra el sentido, aunque se encuentra muy debilitado.

- No se te ocurra moverte. Dale las gracias más tarde a mi hijo por tener clemencia de ti - me giro hacia el resto del grupo. - Salid del bosque ahora mismo y no volvais jamás.

Camino hacia mi hijo al que cojo de un brazo. Le ordeno a Artemis y a mis hombres que regresen. Antes de desvanecernos del lugar, me fijo en el montaraz que va con ellos...y algo extraño siento cuando lo hago.

"Eso deberá ser consultado"- pienso y, momentos despues, Huindur y yo desaparecemos en una gran humareda negra.

MIENTRAS TANTO...

Oigo a mi padre lo que me dice y veo como Istar se recupera de su herida casi al instante. Se acerca a mi y me cojo del brazo, su simple contacto me repugna. Una nube negra de humo nos cubre y poco despues aparecemos en lo que fue mi antiguo hogar.

Mi padre me dirige a una de las cabañaas elficas y nos introducimos en ella.

- Esta bien, tu diras que es lo que quieres de mi.- digo pensando porque todavia sigo con vida, la ultima vez que le vi no fue tan benevolente conmigo.

(Off: esta solo es una conversacion entre Huindur y Wiedzmi, nadie puede meterse y por supuesto se supone que nadie sade lo que se ha hablado en ella.)

Nos aparecemos en la cabaña principal del clan, desde donde gobierno todas estas tierras. Mi hijo empieza a hablarm, exigiendome que le diga que es lo que quiero.

- ¡Callate! - le grito y le lanzo una descarga electrica que le hace retorcerse en el suelo. - Tienes suerte de que no te haya matado ahi mismo, delante de tus amigos. El que vuelvas a estar aqui me da asco, asi que no tientes mucho a tu suerte.

Me siento en mi sillón y espero a que se recupere para hablarle.

- Lo que quiero es muy sencillo, Huindur. Te perdonaré toda la verguenza que he pasado desde el dia que naciste, te aceptaré de nuevo como mi heredero de todo el clan y muy pronto de todo el mundo con una condición...que espies a tus amigos. En especial al mago y a ese montaraz que va con vosotros.

Me lanza una descarga electrica que hace que me caiga al suelo y me retuerza de dolor. Alli me quedo tirado en el suelo de rodillas, escuchando su peticion.

- No puedo hacerlo, no voy a traicionarles. Y mucho menos trabajar para ti, no me interesa volver aqui con vosotros, este no es mi hogar.- digo levantandome del suelo.- Matame si quieres, pero no voy a espiarles.

Oigo las palabras del exiliado, y solo puedo hacer una cosa...

- Jajajajaja. No te lo estaba pidiendo imbecil. Era una orden. Eres un elfo oscuro y yo soy tu señor y tu rey. Además de tu padre. Y si no lo haces, mataré a esa elfa de la que te has enamorado. ¿La princesa de Rivendel? Por favor, si su raza nos odia y ella desconfia de ti, Huindur. En cambio, yo te ofrezco mi perdon y mi respeto a cambio de que hagas lo que te pido.

Espero impaciente su respuesta.

- ¿Que me dices?

Su risa estridente me hace poner una mueca de asco, no puedo dejar que haga nada a Eleneär. Pero tampoco puedo traicionarles, a ninguno.

- Hare lo que me pides con varias condiciones. La primera es que me prometas que no les pasara nada a ninguno de mis amigos, a ninguno y la segunda es que liberes a Artemis y vuelva a tener el control de su mente y su cuerpo.- pido desafiante.

Cuando el señor de los elfos oscuros desaparece del lugar con Huindur al lado, el resto de los elfos oscuros comienzan a irse de alli tambien cogiendo a sus heridos y a los muertos. Yo los miro con ganas de acabar con todos y me contengo, ya que son demasiados y Durbat me ha cogido de la cintura y me lleva en volandas hasta donde se encuentra el mago.

- ¿De verdad vamos a dejarles ir?. Esta claro que huindur se ha entregado para salvarnos y aunque sea un elfo, creo que se merece mi respeto. Voy a recatarle, ¿quien se apunta?- digo mirando a mis compañeros.