llegada a la Torre de Hechicería

Amanece y un rayo de sol me da en la cara, voy abriendo los ojos poco a poco. Veo a Artemis con los ojos abiertos, siguen siendo negros, aunque parece que a tomado el control de su mente. Me incorporo en la silla y le sonrio, me siento en el borde de la cama examinando su herida, que podia haber sido mortal.

- ¿Porque te han hecho esto Artemis? ¿Y quien?- digo tocando con cuidado su herida, aunque rapidamente quito la mano al ver que aun le sigue doliendo.

- Tu padre, fue tu padre. Yo no era capaz de matarte, lo siento lo de tu hombro. No era yo el que lo estaba haciendo, tu padre tomo el control de mi mente y lleva utiliandome todos estos años.- digo intentando incorporarme, cuando Huindur me empuja con delicadeza para que vuelva a tumbarme.

Oigo lo que mi padre le ha hecho a Artemis durante todos estos años.

- Tranquilo mi hombro esta bien. Yo siento lo que mi padre te ha hecho pasar. Y no te preocupes no dejare que vuelva a tocarte, te lo prometo.- digo alzando mi mano derecha.-Voy a buscar a mis compañeros, si se han despertado estaran buscandome. Luego vuelvo a verte.

Salgo de alli y me dirijo a mi habitacion, buscando a Eleneär. La despierto suavemente y la beso en los labios.

- Buenos dias cariño. Necesito que hagas una cosa, ve a la enfermeria y veas quien esta alli. Es un viejo amigo y que tu tambien conoces, algun mago oscuro le ha atacado al no poder cumplir su objetivo. Necesitamos a Istar.- digo pensando que es muy dificil hablar sin poder decir las cosas claras.

Despierto bostezando. En un primer momento no entiendo nada, pero poco a poco las cosas empiezan a tomar forma en mi cabeza.

-¿Qué hace él aquí? No podemos fiarnos de él Huindur, no sabemos si sigue controlado por tu padre.

Suspiro levantándome de la cama, cojo la espada colgándomela a la cintura y salgo de la habitación para buscar al mago, porque no tenía la más mínima intención de pisar la enfermería mientras alguien de quien no me fiaba, estuviera allí.

Recorro los pasillos hasta llegar a la habitación del mago. Llamo a la puerta y espero a que salga.

Llaman a la puerta. Kea y yo estamos medio dormidos, y aun desnudos, cuando alguien requiere nuestra presencia. Beso a la mujer en los labios y comienzo a acariciarla.

Miro sus ojos preciosos, y le pregunto con total sinceridad:

- ¿Quieres que esto siga siendo un secreto o deseas estar conmigo por encima de todo? Te prometo que lucharé todo lo que pueda para que lo nuestro siga adelante. Como ya te dije anoche, sería capaz de dejarlo todo, incluso mi vida aquí por ti. Porque te amo, Kea.

Me levanto de la cama y comienzo a vestirme, a la vez que grito hacia la puerta:

- ¡Enseguida salgo!

Me sobresalto al oir la puerta, nadie debería saber lo que ocurre entre Istar y yo.

-Claro que quiero seguir contigo, ¿acaso lo dudas? Pero nadie puede saberlo. Puede que a tí no te hicieran nada pero a mí.. en fin quién sabe nunca antes había pasado algo así.-sonrío.

Le miro embelesada recorriendo su cuerpo mientras se viste.

-Será mejor que salgas a recibir a quien sea. Me vestiré y os esperaré en mi habitación para cuando queráis que nos marchemos.

Le beso una vez más y luego recojo la ropa para vestirme.

- Sabes muy bien lo que podría pasarme si se enteran de esto. Y estoy dispuesto a correr el riesgo, pero te entiendo, mi amor. Y respetaré tu decisión - digo, mientras se acerca y me besa.

Termino de vestirme. Me giro y le digo:

- Haré que te avisen cuando nos vayamos a ir. Coge todos los libros de hechizos que puedas. El viaje será largo y me gustaría que aprendieras a hacer más cosas que crdar.

Voy a abrir la puerta. Entonces la susurró:

- Te quiero.

Y salgo, y veo que Eleneär me espera.

El mago abre la puerta, ocultándome su interior. Parecía haber estado durmiendo, pues tenía el pelo alborotado y cara de sueño.

-Perdona si te molesto Gran Mago, pero necesitamos tu ayuda. Huindur la necesita más bien. Creo que su padre le ha hechizado de alguna forma, y no se, es como si no pudiera contarnos nada, pero se viera obligado a contárselo a él. Además, Artemis está aquí, y no me fío de él. Parece que Wiedzmi es un gran mago porque le tiene a él bajo su dominio tambien. ¿Podrías acompañarme e intentar solucionarlo?

- Por favor, Eleneär. No te dirijas a mi así, hace que me sienta mayor de lo que soy. Lo de Huindur parece una maldición que impide contarnos nada a nosotros pero sí a su padre...veré que puedo hacer con eso. En cuanto a Artemis, manda a Gmork y a Durbat a que le vigilen. No se porque está en la Torre, pero no quiero que nos sorprenda.

Me pongo mi gabardina blanca.

- Llevame hasta Huindur.

-Claro Istar, sígueme.

Guío hacia la habitación que compartíamos Huindur y yo. De camino, toco en la puerta del enano y el montaraz. Entro y despierto al segundo con un suave golpe.

-Te necesitamos en la enfermería-susurro-y a Gmork también. Vigilad al humano que se encuentra dentro, que no haga nada raro.

Sin esperar a que me pregunten nada, salgo de la habitación. En el pasillo se encontraba el mago esperándome.

-Nuestra habitación es la siguiente.

Llamo a la puerta y entro. Huindur estaba sentado en la cama.

-Aquí traigo a Istar.-me siento a su lado tomándole de la mano-ya le he contado lo que sé y viene a ayudarte a quitarte la maldición.

Espero sentado en la cama esperando la llegada de Eleneär y el mago, la puerta se abre y entran ambos. La elfa se sienta a mi lado.

- No, no podeis hacerlo.- digo pensativo-Si no hago lo que me dice, te matara y si consigo quitarme la maldicion tambien. No puedo permitirlo.- digo mirandola preocupado.

Me levanto de la cama y me acerco al mago.

- Tienes que ayudar a Artemis y hacer que mi padre salga de su mente. Yo tendre que seguir contandole cosas a mi padre aunque con cuidado y mucha cautela.

La elfa entra a nuestra habitacion despertandonos y dandonos una pequeña mision para cumplir. Despierto a Gmork que se pone a insultar y dar puñetazos al aire, es su mal humor caracteristico de por las mañanas.

Espero un par de minutos y cuando se le pasa le cuento lo poco que se, asi que nos vamos a la enfermeria y nos quedamos en la puerta, esperando a que suceda algo. Gmork, intenta abrir la puerta y ver quien hay en su interior.

- Gmork, para.- digo intentando sacarle de la habitacion aunque es demasiado dificil.

- Pero no podemos permitir que le cuentes cosas sobre nosotros o lo que averiguemos Huindur. Es demasiado arriesgado. Puedo intentar anular su hechizo, pero quizas me lleve demasiado tiempo y, probablemente, nos agotará a los dos. Pero no pienso permitir que te controlen y que nos traiciones, aunque no tengas más remedio.

Miro a Eleneär, preocupado.

- ¿Que hacemos?

Llegamos a la enfermeria tras un intercambio de mal genio por mi parte. Abro la puerta con cuidado, ya que como enano que soy, soy demasiado curioso. En su interior, tumbado en una camilla se encuentra aquel hombre que en la batalla intentaba matar a Huindur.

- ¡Tu!. ¿Como te atreves a venir aqui?- digo sacando mi hacha aercandome a su camilla, Artemis cae al suelo debido a que la tiro al suelo.

Artemis medio desnudo intenta levantarse con dificultad del suelo y explicarme algo. Cuando Durbat se pone en medio para impedir que mi hacha llegue a matar al hombre. Entonces la puerta se abre de golpe.

Oigo el monologo del mago.

- No, no puedes quitarme la maldicion. Dejare de ir con vosotros o las cosas que descubramos, no me informeis de ello, no hableis de los lugares por los que pasamos con su nombre real conmigo. Y entonces podre no mentir a mi padre.- digo con una sonrisa.- Ahora vamos a ayudar a Artemis, porfavor.

Veo al enano entrar y sacar su hacha. El no me creera, aunque intente explicarselo. Me intento levantar de la camilla cuando con una gran fuerza, consigue derribarla. Caigo al suelo medio desnudo, ya que solo unas pequeño pantalon que me cubre hasta la rodilla. Voy gateando por el suelo hasta que el montaraz se pone en medio para que el enano no me mate.

- No es culpa mia, estoy maldito. El padre de Huindur me controla la mente, pero creo que he conseguido neutralizarlo.- digo.

-No sé, no me convence esa solución Huindur. Podríamos decir algo que podrías usar contra nosotros. Incluso teniendo mucho cuidado. ¿No podrías usar algún hechizo de olvido? Ir borrando los lugares por los que pasamos, o la información que no queramos que sepa tu padre. Quizá reemplazar sus recuerdos para confundirle.-me levanto de la cama-Piénsalo mago, pero ahora lleva razón. Vayamos a ver cómo está tu amigo.

- Se me esta ocurriendo algo. Quizá no pueda eliminar del todo su hechizo, pero puedo ponerle algunas defensas mágicas para impedir que cuente algo que no queramos, incluso impedirle a Wiedzmi contactar con él. Piensalo Huindur. Ahora, vamos a ver a Artemis.

Salimos de la sala y entramos en la que Gmork y Durbat vigilan a Artemis. Pero en vez de vigilarle, lo que intenta el enanom es matarle

- ¿Pero que haces Gmork? ¡Tenias que vigilarle no matarle!

Cuando Durbat se pone en medio intento pasar por algun lado. Pero de repente la puerta se abre y entra Istar.

- Pero...el fue el que nos tendio la emboscada en el bosque e intento matar a Huindur. ¿no creereis eso de que el padre de Huindur se he maetido en su mente?- digo mirando al mago-Osea que si que lo crees.

Guardo mi hacha y levanto la camilla de nuevo sentandome en ella con un pequeño salto.

- ¿Y que hacemos?- le pregunto al mago, señalando a Artemis con la cabeza sin arrepentirme de lo que casi consigo.

- Pues, para empezar, no hacer aqui daño a nadie. La Torre de Hechiceria es un lugar sagrado, en el que cualquiera que pida ayuda la recibirá. Y tratando así a Artemis, este siendo o no manipulado, no está bien. En cuanto a Artemis, lo primero que haremos será curarle. Vé a buscar a Kea, por favor - le digo a uno de los sanadores. Cojo uno de los libros de la estanteria y empiezo a consultar - Veamos si aquí hay algo para eliminar maldiciones.

Un sacerdote llama a mi habitación. Istar me llamaba en la enfermería. Cojo mi báculo y camino hacia allí. Al llegar veo a varios desconocidos. Un par de elfos, dos humanos y un enano, además de mi mago.

-¿En qué puedo ayudarte, Gran Mago? Me dijeron que me buscabas.

- Si, sacerdotisa. Por favor, llamame Istar - le digo y le sonrio cariñosamente. - Gracias por venir. Necesito que cures a este hombre, esta malherido. Yo sigo buscando algo para poderle liberar a él y a Huindur, pero aun no veo nada. ¿De verdad no hay nada que quieras contarnos, Artemis? - le pregunto con tono severo.

- Yo no tengo nada que decir.- digo volviendo mis ojos de color negro, cogiendo mi espada que esta cerca mia-¡Morir!- grito.

Voy corriendo hacia ellos con una fuerza que no se donde la he sacado puesto que sigo dolorido por la herida producida por Alexia. Cuando de repente una fuerza invisible me estampa contra la pared, sin dejarme mover. Como si unas cuerdas me sujetasen.

- Sueltame mago o sufriras la ira de mi señor.

Artemis se levanta rápido y coge su espada. Se dispone a usarla contra nosotros, pero no le da tiempo. Me concentro y le estampo contra la pared con una barrera invisible. Me pide que le suelte y justo encuentro en el libro lo que busco.

- Encantado de pararte, Artemis.

- Anardth.

Off: terminar maldición

De repente, Artemis cae al suelo, gritando. De su interior, un humo negro sale de su interior, liberándole del hechizo que Wiedzmi le hechó. Entonces, digo unas palabras y el humo empieza a brillar hasta estallar.

Le tiendo la mano a Artemis.

- ¿Cómo te sientes?

El mago empieza a lanzar alguna clase de hechizo intentando sacar al ser que se habia metido en mi interior. Una nube de humo negro sale de mi boca y estalla en el aire. El hechizo que me sostenia contra la pared desaparece y me caigo al suelo de rodillas. Levanto la vista y veo a un hombre enfrente mia que me da la mano ayudandome a levantar. Miro a mi alrededor sin saber donde me encuentro, buscando mi espada que esta demasiado lejos.

- ¿Donde estoy y quienes son todos ustedes?- digo levantando bruscamente y una herida de mi pecho comienza a sangrar.